Reseña de ‘Hunted by the snake’ en Ruta 66 n.º 49 (marzo 1990)

Ruta 66 n.º 49

Ignacio Juliá firmaba esta visionaria crítica de Hunted by the snake, LP producido por su compañero de dirección en Ruta 66:

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CANCER MOON
«HUNTED BY THE SNAKE»
Polar Records

Luna en Cáncer. Profecía inquietante. Las tinieblas te envuelven con su frío y húmedo manto eléctrico. El sonido indescriptible de tus sufridos sesos fundiéndose como hielo al sol te acompaña. Estás atrapado en el presente, con el pasado aullando a tu espalda, ante un futuro incierto. Acosado por esas guitarras. Henchidas de veneno. Reptiles de sangre caliente. Esas guitarras… y esa voz, surgiendo de la sobreamplificación como un fantasma aparece entre las sombras. ¡Guitarras! Entretejiendo paredes de energía pura, arrastrándote al abismo con imparable determinación. Tanta tensión no puede se rproducto de la casualidad. Aquí debe haber encerradas algunas mentes turbulentas. Las de los componentes de Cancer Moon: Jon Zamarripa (guitarra, bajo, órgano), Jesús Suinaga (batería), José Anitua (voz) y E. Basterra (bajo invitado). De Bilbao, para más señas. Autores de un primer álbum, que grabaron en Barcelona con Jaime Gonzalo como coproductor, rabiosamente expresivo. Zamarripa viene de Los Raros, con un estupendo LP en Discos Suicidas, un caso aparte en la recient eoleada de grupos nacionales de extracción garagera. Con Cancer Moon ha cambiado los 60 por los 70, los 80 y los 90, subiendo el listón de un rock autóctocno, vigoros y aprovechable, alejado de los canales comerciales pero competitivo, exportable por su nivel cualitativo y la muy comprensible, en su caso, utilización del inglés.

Llegados a este punto, podría poner sobre la mesa el habitual rosario de referencias obligadas (encabezan la lista Stooges y demás viciosos de la electricidad ponzoñosa), pero, francamente, sería injusto tratándose de un grupo que ha trabajado tanto por hallar un lenguaje personal. Ningún grupo de aquí ha utilizado este idioma concreto con tanta propiedad. Tanto sentido de la dinámica, tanta pasión por las melodías torturadas. Sí, en efecto, es música fuerte, pero nunca pesada. Porque la conducen con firmeza e imaginación, sin dejar que se les escape en ningún momento de las manos. Fluye como un majestuoso río de lava, espeso y chisporroteante, siempre en movimiento, consumiendo a su paso todo lo que abarca su caudal. El trabajo de guitarra por ejemplo, resulta perfectamente contumaz. Siempre apuntalando la acción con calibrados y sentidos acentos eléctricos, ocupándolo todo con insidiosa virulencia. Ni siquiera la voz, atormentada y distante, logra hacerle sombra. Las letras, quizás lo menos trascendente del lote (y víctimas de algunos tropiezos con un inglés en algunos momentos cogido por los pelos), cumplen su cometido hurgando en los tópicos y obsesiones que acostumbran a acompañar a esta clase de sonidos. Son once temas (uno más en compact) que prueban sobradamente su valor creativo, y una variedad dentro de su estilo muy de agradecer. Saben cambiar de registro, algo que no puede decirse de la mayoría de grupos de su especie. Van del impacto frontal de «Ramblin’» y la desolación de «The iron need» a las raíces garage de «Run around, do my pillow» o el riff vacilón de «Jimi, Jimi», saben imprimir un ritmo casi Velvet a «Desert in the girl» y también hundirse en la atmósfera desgarrada de «X member» o buscar la trampa melódica que es «Yellow telephone». Todo sin desviarse ni un milímetro de sus convicciones eléctricas.

Cancer Moon hacen música de ineludible y contundente presencia. Con la osadía de unos Telescopes, la mordacidad de unos Scientists, la neutra sensibilidad del Iggy Pop etapa Bowie, la elegancia de unos Died Pretty y el peso histórico del Detroit Rock sobre sus hombros. Al final las odiosas comparaciones salen a flote quieras o no. Y han debutado con un disco que presenta todas las características de un potencial clásico. Y si no, al tiempo.

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