Con motivo de la reedición de Hunted by the Snake en Discos Crudos, Rockdelux publicaba en su web esta reseña firmada por Quim Casas.
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Eduardo Guillot escribió del primer disco de los bilbaínos Cancer Moon, en su revisión en Rockdelux sobre la banda, que tenía «una afilada concepción de un rock infeccioso y visceral, macerado en el alcohol del noise rock, el garage punk, la psicodelia bastarda y el blues abisal». Ahí está la palabra, noise. En Hunted by the Snake (1990), editado en su momento por Polar, hay estribillos de pop-punk, guitarras afinadas según el rock de garage y atmósferas que se dirían de una fiesta psicodélica en Detroit, pero sobre todo aparece bien delineada la mentalidad noise que estaba influyendo en el panorama del indie español.
«No me siento pionero de nada, que hayamos sido los primeros o los segundos me da igual», le decía Josetxo Anitua, cantante del grupo, a Roberto Herreros en una entrevista aparecida en Rockdelux, enero de 1995, quitándose de encima el peso de la historia. Habían editado tres discos, Hunted by the Snake, Flock, Colibri, Oil (1992) y Moor Room (1994), pero a mediados de aquel 1995 la banda, reducida al dúo Anitua-Jon Zamarripa, decidió separarse. Cualquier posibilidad de una reunión sería imposible tras las muertes de Jesús Suinaga (el batería) en 1991 y, sobre todo, del propio Josetxo Anitua en 2008.
Hunted by the Snake, escéptico y afilado, sucio y destilado, creó escuela. Es un disco clave, por sus piezas («Ramblin», «Cruella Devil», «Jimi, Jimi»), la estabilidad de su sonido, la crudeza de sus letras, el cónclave entre Iggy Pop y Sonic Youth. La presente reedición en vinilo incluye un texto del coproductor del disco, Jaime Gonzalo. Su relación con la banda durante la grabación fue complicada, pero ahí está el resultado.